‘Patria’, una mirada al
conflicto vasco más convencional de lo que cabía esperar
)
PERE SOLÀ
GIMFERRER, BARCELONA
LA VANGUARDIA
Enfrentarse a una serie
como Patria es espinoso. Las expectativas están por las nubes, sobre
todo tras la polémica del póster, vilipendiado por la derecha española y
criticado por el propio Fernando Aramburu, autor de la novela en la que se basa
la serie de HBO. Limpiarse la mirada, por llamarlo de alguna forma, pasa a ser
parte del trabajo. ¿Y qué queda una vez se hace este ejercicio? Pues una
serie bastante convencional.
Como saben aquellos familiarizados con
el libro de Aramburu o los consumidores de tráileres (que, a ver, Patria tiene
muchos), este drama se centra en la historia de Bittori (Elena Irureta),
una mujer que decide volver a su pueblo de toda la vida cuando ETA anuncia que
abandona las armas. Quiere descubrir la identidad de la persona que asesinó a
su marido Txato (José Ramón Soroiz) delante de su casa.
Muchos habitantes interpretan el
regreso como una provocación, como ganas de alterar la tranquilidad, sobre todo
Miren (Ane Gabarain), la que había sido la mejor amiga de Bittori y que ahora
tiene a un hijo en prisión por sus lazos con la banda terrorista. La
historia promete analizar el sufrimiento de las víctimas de ETA, también de los
familiares de los terroristas y las heridas del conflicto vasco en la
sociedad. No es un desafío minúsculo, no.
Los dos episodios iniciales del
proyecto de Aitor Gabilondo, un creador al que tenemos muy asociado a la
televisión en abierto (ha firmado desde Periodistas a El
Príncipe, Allí abajo o Vivir sin permiso), son
solemnes, exponen tramas y personajes y demuestran tener oficio. También dan la
impresión de vivir encorsetados en la corrección, como si quisiera dejar fluir
la historia sin aspavientos estéticos. Y esto es una decepción.
¿Y es cierto que hay silencios? Sí, las
imágenes transmiten la tristeza y el rencor con la ausencia de palabras, con
las miradas dolorosas de unas Ane Gabarain y una Elena Irureta contundentes.
Sin embargo, no se puede decir que el guión muestre confianza en lo sutil,
en aquello que no se dice, sobre todo cuando el guión coloca constantemente a
Bittori hablando en voz alta a su marido muerto y a Miren soltando
monólogos a Dios para que sepamos en todo momento aquello que piensan, sus
dilemas morales del momento.
No me quiero imaginar el impacto que
tendrá en aquellas personas que vivieron el conflicto vasco de cerca y que
simpatizan con la visión del autor.
APRECIACION PERSONAL
Se lleva a la pantalla una historia ya
contada. ¿Habrá víctimas que nunca nadie llamó a su puerta? ¿Se puede escapar de la unificación de
relatos? ¿A las interpretaciones oficiales? ¿A las filmaciones mediante las
grandes corporaciones?
Nuestra historia es la suma de miles de
historias parecidas, muchas de ellas silenciosas o escondidas en los rincones
del olvido.
En la serie se aprecia cómo viven o sobreviven
sus habitantes bajo la presión de la violencia, la extorsión y el acoso.
También como se destruían amistades y afectos.
Dolor, tristeza, heridas, silencios,
mentiras y miedo.
Dos familias: una que sufre un atentado
y otra (vecina de la anterior) entre cuyos miembros se encuentra un terrorista.
La serie salta en el tiempo
constantemente, reconstruye aquel crimen y muestra el ambiente asfixiante que
se respira en el País Vasco.
¿Dónde se filmó PATRIA ?
Soraluze es uno de los escenarios principales de
Patria. El primer reto fue encontrar el pueblo en el que sucede gran parte de
la acción, Donde viven Bittori y Miren y sus respectivas familias. Donde
arranca la historia, en un lugar muy concreto, un puente, una calle despejada y
una ventana desde la que se veía todo.
En la novela el pueblo no tenía nombre pero se dan
algunas claves como que estaba cerca de Donostia ( San Sebastián), que era un
pueblo mediano con un río, una iglesia importante… Se recorrieron 38 pueblos de
Guipuzcoa para encontrar alguno que tuviera las claves que dice la historia, el
puente, la ventana, la iglesia y la plaza. Tenía que ser un pueblo con
carácter, que pueda ser muchos pueblos representativos.
La historia está situada en los años 80 y 90, el
mobiliario urbano contemporáneo no tiene nada que ver con el de entonces, así
que hubo que hacer una gran intervención desde el arte: desde pintar el asfalto
o incluso asfaltarlo hasta quitar farolas, papeleras, letreros de los negocios…
.
La serie trata unos temas con mucha intensidad emocional. Está hecha con
retazos de historias que todos más o menos han escuchado, aunque sea en voz
baja, está inscrita en familias muy reconocibles, todos los de allí reconocen a
madres, abuelas… esa manera de hablar. Enfrentarse a cosas así remueve el alma.
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